Aunque haya dado tanto, aunque haya sido tanto, aún me lo pregunto: ¿soy suficiente?

Un libro que me recordó que Vestirme de Mí, requiere puntadas para siempre.

Yo, que lideré durante tres décadas en una industria donde la estrategia se afinaba con lógica, y la voz tenía que ser firme, impecable y sin grietas. Jamás habría dicho que el silencio es una forma de liderazgo, porque, en ese entonces, silenciarme era sinónimo de invisibilizarme.

No siempre nuestra mente sabe cuándo un texto tiene que ser leído, pero nuestro cuerpo lo sabe, nuestra voz sí que lo sabe y es como ese día, yo también lo supe.

Este libro no es solo una lectura sobre la muerte, es un recordatorio feroz y amoroso sobre la vida. Sobre lo que importa y lo que queda encendido cuando ya no estamos. Y sobre cómo vivir, sabernos finitos, puede ser el mayor acto de amor propio.

Dicen que el síndrome de la impostora se supera con confianza, pero yo creo que no; creo que logramos disolverlo cuando dejas de ser otra.

Un acto de amor hacia las versiones que me protegieron cuando aún no me atrevía a ser.

A veces, el mayor acto de amor propio es volver a nombrarte, aun si lo haces entre lágrimas, en medio del vértigo, pero sabiendo que por fin estás llegando a ti, VESTIDA DE TI.

Hoy no te hablo como coach, ni como speaker, ni como madre o esposa… Te hablo como mujer que ha liderado con la mente… y que ahora elige liderar con el alma.

Honramos una energía que va más allá de los roles y los nombres: la energía paterna.

La mala costumbre no es una historia fácil y quizás por eso tan necesaria. Un espacio que, sin nombrarlo, muchas hemos habitado en distintas formas: en silencio, en expectativa, en disfraz.

Hay un silencio que no se llena con resultados. Uno que aparece justo cuando todo afuera parece estar bien. Uno que se siente como un cansancio que no se quita durmiendo, o como una tristeza que no se explica con razones.....

Un llamado a elegirnos mientras el mundo se sacude

Durante muchos años creí que había que elegir entre lo que amaba y lo que funcionaba. Entre lo que me hacía vibrar… y lo que daba resultado. Y sin darme cuenta, me fui acomodando en un mundo donde el aplauso externo pesaba más que la voz interna.

Juana, una voz del pasado que me hablaba al oído. Como si esa historia fuera también mía.

Una composición que me encontró justo cuando volvía a mí

Un libro que duele, que incomoda y que te dejan con un nudo que no sabes si es rabia, tristeza o comprensión.

Hoy sé que mi tristeza también me viste. Y me viste de humanidad, de compasión, de profundidad.

Si estás en ese punto del camino donde ya no basta con lograr, sino que anhelas integrar, este libro puede ser tu próxima brújula.

Mi intensidad es mi don. Mi pasión no es exceso, es propósito y mi voz no es un riesgo, es medicina. Y lo que antes temía mostrar, hoy es lo que guía mi camino.