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Siete leyes universales y la voz de una buscadora

  • Foto del escritor: Ivonne Casado
    Ivonne Casado
  • 21 sept
  • 3 Min. de lectura

El Kybalion – Tres Iniciados

Letras que me visten

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Hace un par de años, en medio de mi búsqueda de lo invisible, llegó a mí un libro breve y misterioso: El Kybalion. Firmado por “Los Tres Iniciados” en 1908, trae siete principios universales que parecen hablar al oído verdades que siempre han estado ahí.


Lo he leído y releído y cada vez encuentro en cada principio un espejo:


El primero me habló con fuerza: el mentalismo. Todo comienza en la mente, más del pensamiento racional, como la hemos entendido históricamente, sino como un campo creativo donde germina la realidad. Me recordó que lo que alimento con mi atención cobra vida, y que el pensamiento es semilla, nunca neutra.


Después apareció la correspondencia. “Como es arriba, es abajo; como es adentro, es afuera”. No hay frontera clara entre lo interno y lo externo: experimento con mis sentidos, aquello que es reflejo de lo que expreso. Cada emoción, cada silencio, se proyecta en la forma en que miro y en cómo otros me perciben.


La tercera voz fue la de la vibración. Nada reposa, todo se mueve. La energía que ponemos en una palabra, en una pausa o en un gesto, resuena mucho más allá de lo aparente. Comprendí que elegir mi vibración —la calma, la apertura, la confianza— es una forma silenciosa de transformar lo que me rodea.


Luego llegó la polaridad. Todo tiene su opuesto: frío y calor, luz y sombra, certeza y duda. La clave no es rechazar uno para abrazar el otro, sino reconocer que ambos son parte de una misma escala. El reto es aprender a moverme en ese eje, sin miedo a los contrastes.


La ley del ritmo me habló del tiempo y de sus mareas. Todo fluye y refluye: alegría y tristeza, expansión y quietud. Resistirse al vaivén solo genera agotamiento; entregarse al ritmo permite habitar la vida con más confianza, como quien baila una música que no controla, pero que lo invita.


Después, la causa y efecto. Nada ocurre porque sí. Cada palabra, cada elección, cada omisión deja huella. No se trata de vivir con paranoia, sino con responsabilidad lúcida: lo que hoy siembro en silencio, mañana florece en mi vida y en la de otros. Soy la única responsable de la realidad que experimento.


Por último, la generación o él género. Todo lleva en sí un principio femenino y masculino, no como categorías de género, sino como energías creadoras. La que gesta y la que impulsa, la que acoge y la que proyecta. Reconocer ambas en mí es sentirme más entera, más libre para crear.


Es así como El Kybalion, es más que un libro, es un recordatorio que lo invisible gobierna lo visible, que la vida late en leyes silenciosas y que la verdadera sabiduría está en escucharlas, no en memorizarlas.


📚 Por eso El Kybalion entra a “Letras que me visten”. Porque además de un libro antiguo que habla de leyes universales, es un espejo de mi propia búsqueda. Soy una caminante de lo invisible, y en estas páginas encuentro palabras que visten lo que muchas veces siento y no sé nombrar. Cada principio es un recordatorio de que la vida no se limita a lo tangible: vibra, pulsa, refleja y se teje desde lo oculto. Este libro me acompaña porque, como yo, se atreve a decir que lo esencial no siempre se ve, pero siempre se siente.







 
 
 

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