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Una verdad escrita sin permiso

  • Foto del escritor: Ivonne Casado
    Ivonne Casado
  • 14 jul
  • 4 Min. de lectura

-Mi palabra es medicina, mi fuego ilumina-

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No siempre nuestra mente sabe cuándo un texto tiene que ser leído, pero nuestro cuerpo lo sabe, nuestra voz sí que lo sabe y es como ese día, yo también lo supe.


La entrevista con Alicia Carrasco estaba por terminar. Ella me había invitado desde Los Ángeles, donde ella vive a Evolucionando, su magazine de habla hispana a través de YouTube, para hablar de vestirnos de nosotras, de autenticidad, de esencia y acerca de esa danza entre el éxito y el alma que tantas mujeres vivimos.


Una hora donde conversamos con fluidez, con nuestra verdad, verdad, dejando que nuestros corazones y palabras sincronizaran en un mensaje que Alicia me iba guiando. De repente, cuando estábamos a punto de cerrar, algo dentro de mí se encendió; no estaba en el libreto pero tampoco necesitaba estarlo y le dije: “Alicia, antes de despedirnos, anoche escribí algo y no sé por qué, pero siento que tengo que leerlo aquí para cerrar.”


Y lo leí, claro temblando un poco, era un texto que estaba leyendo sin haberlo procesado lo suficiente y además sabiendo que al hacerlo en esta entrevista, ya no era solo para mí.


La noche anterior no había podido dormir muy bien, -algo que últimamente hago muy bien-. Me desvelaba una sensación que ya conozco: esa de cuando algo nuevo está a punto de nacer, algo que todavía no tiene forma tangible, pero que dentro de mí ya existe y soy capaz de respirarlo.


Tomé mi cuaderno y escribí lo que sentía, así como si fuera una confesión o una declaración y sentí que esta vez era una semilla.


Y precisamente fueron esas letras, las que leí en voz alta al final de la entrevista y que hoy lo comparto aquí:


" Lo que yo ofrezco al mundo no es un producto, no es un servicio, es una forma de recordar(se). No vengo a enseñar desde un pedestal, vengo a acompañar desde lo vivido, desde lo encarnado.
He caminado por los pasillos del poder, he sostenido estructuras, he logrado lo que parecía inalcanzable; pero también me he perdido en el camino. Y fue ahí, en el silencio más profundo, sin títulos ni coraza,donde encontré mi voz más verdadera: mi mayor valor no está en lo que sé, sino en cómo transformé mi historia en fuego compartido.
Porque yo sé lo que es liderar desde la mente, pero también sé lo que es hacerlo con el alma encendida. 
Mi historia no es una anécdota ni un trofeo; es un puente, entre el mundo del logro y el mundo del sentido, entre la niña que calló y la mujer que hoy habla claro, entre lo invisible que revela y lo visible que ilumina.
Mi palabra no es marketing, es medicina. Mi historia no es mercancía, es legado. Mi fuego no quema, Ilumina.
Y eso es lo que entrego: un espacio donde otros puedan recordar su verdad, sin culpa, sin máscaras, sin tener que elegir entre el éxito y la esencia.
Soy la mujer que brilló por fuera mientras sangraba por dentro, que lloró en la ducha y se vistió de logros para sentirse suficiente, pero un día se miró al espejo y se eligió de nuevo.
Hoy sé que no debo mi existencia y no tengo que justificarme ni pagar con esfuerzo desmedido.
Mi presencia es legítima, mi voz es valiosa y mi historia tiene un lugar sagrado en el mundo.
Y desde esa libertad conquistada, me permito algo aún más revolucionario: vivir en abundancia, de gozo, belleza y vínculos verdaderos. De pausas que me habitan y de amor que no exige disfrazarme para ser amada.
He soltado la culpa de ser demasiado. He devuelto los vestidos que no me quedaban. He apagado las alarmas que me gritaban que no era suficiente.
Hoy me abrazo completa y desde ahí, camino con otras mientras ellas también se visten de sí. Yo no ofrezco fórmulas milagrosas, ofrezco un espejo, el testimonio de una vida reescrita con tinta de verdad y una presencia que no busca convencer, sino encender.
Mi historia es el vestido más auténtico que tengo y mi servicio es acompañarte mientras tú te vistes del tuyo.
Eso es lo que soy. Y eso, desde todo mi ser, es suficiente.

Cuando terminé de leer, Alicia guardó silencio por unos segundos y yo también, en un silencio lleno de presencia, con esa pausas que lejos de interrumpir, revelan.


Y luego de terminar la entrevista, lo sentí, fuertemente dentro de mí: que eso que vengo cocinando desde hace semanas —entre símbolos, arquetipos, escritura y fuego— ya está latiendo y ya nació en mí.


No quiero seguir ocultando el lenguaje simbólico que me habita, esperando el “momento perfecto”, porque esto que viene, como todo lo vivo, necesita ser compartido. Y me siento con el valor de apagar la voz saboteadora que viene a veces a visitarme, pero esta vez, no busco convencerla, es algo que simplemente se enciende.


De nuevo, gracias a ti por acompañarme en este viaje que no se enseña: se vive.


🌀 Si quisiseras ver la entrevista completa, está aquí en este enlace: Ver entrevista en EVOLUCIONANDO con Alicia Carrasco

(Te invito a escucharla hasta el final. Ahí me leí, completa.)


Y si algo en ti también se está gestando, déjame escucharte:


¿Qué parte de tu historia está lista para ser dicha sin permiso, como puente y no como trofeo?


Nos seguimos encontrando, entre símbolos, con alma y con este fuego que no quema, pero sí ilumina.

 
 
 

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