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Regalos al alma y Galicia...

  • Foto del escritor: Ivonne Casado
    Ivonne Casado
  • 2 ago 2021
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 14 jul


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Y cuando pensaba que este fin de semana que acabo ayer, sería un fin de semana cotidiano, con algunos temas que lo hacían especial, de nuevo la capacidad de asombro llegó a mí con grandes regalos para atesorar …


El viernes recibí una invitación de una amiga a la que, debido a la pandemia, no veía por lo menos hace un año y medio y como niña pequeña que la invitan a un parque, desde que le dije que iríamos a visitarla mi corazón latía mucho más rápido y me quedo corta al mencionar la intensidad de la alegría que sentí al poder abrazarla y conversar con ella algunas horas ….


Pero no siendo suficiente este regalo, también, durante esa visita, recibí la emoción de la gratitud al poder respirar y ver desde esta casita en la montaña, la magnitud del verde profundo que me llena de paz, los colores de las flores que alegran mi vida día a día y estar en un espacio lleno de amor que se manifiesta en cuidados, sonrisas, el calor del fuego que nos cobijó y también nos permitió compartir unas deliciosas pizzas en horno de leña junto con el vino que nos acompañó a celebrar estar juntos; además de las muchas palabras entre 4 que nos hicieron sentir aún más ese cariño …


Y cuando creí que ya no había forma de alegrarme y sorprenderme más, tuve la fortuna de estar en medio de algunos caballos y no podía hoy quedarme callada ante este regalo; creo que todo mi sistema límbico emocional quedó ayer expuesto y rompiendo el temor inicial de estar tan cerca a estos hermosos animales y atreverme a tocarlos.


Al comienzo ver la belleza en una yegua llamada Rioja que me hizo acercarme, tocarla y luego me mordió diciéndome algo …. y me retó a seguir ahí -como me retan los desafíos que me muerden en la vida- y quise acercarme una y otra vez. Mientras esto sucedía, y hasta selfies me tomé con Sevillana, otra yegua hermosa de color zaino; de repente, y cuando menos me lo esperaba, el regalo más maravilloso de la tarde llegó a mí.


Una belleza mora llamada Galicia vino hacia a mí, me exploró y yo a ella, nos acercamos, pude consentirla, y en medio de un pequeño y sutil baile entre su cabeza y mi cuerpo de un lado a otro, posó su cabeza en mi hombro y la emoción que sentí es indescriptible, hoy aún no se si fue una paz infinita o ganas de llorar, o de quedarme ahí por mucho tiempo en eso que hoy siento fue su forma de abrazarme…. lo que si sé, es que nos miramos y hoy todavía su carita me habla al recordarla …


Lo más increíble aún es que cuando pensé que ese momento había sido entre Galicia y yo y al volver a la casa le digo a nuestro amigo, dueño de casa: “será que algún día puedo montar a Galicia” (y para mis adentros pensar: “es que nos quedaron conversaciones pendientes”) … al rato mi amiga me manda unas fotos y me dice: te tomé algunas con los caballos y oh sorpresa, al ver la foto que acompaña este escrito, se me aguaron los ojos y ahí supe y recibí ese otro regalo en mi corazón al volver a asombrarme de la perfección divina que nos abraza en el momento que lo necesitamos siempre y cuando estemos abiertos a recibirlo …


Cerré ayer entonces mi día en esa conexión poderosa conmigo, con mi entorno, con el amor libre y consciente que vivo, con el regalo de la amistad y con esa certeza de poder estar abierta a recibir siempre, a saber que frente a cada nuevo reto, hay que poder confiar y además respirar que lo bueno siempre se nos dará y nos abrazará y desde ahí, podemos entregar y servir desde cada uno de nuestros roles ..


Gracias Galicia por recordármelo …

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