Secretos que me Visten
- Ivonne Casado
- 3 may
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 12 may
Lo que me ha dado miedo mostrar...

Volví hace unos días de un viaje que fue mucho más que turismo, mucho más que historia, símbolos, libros y puentes….
Un viaje que me regaló algo más difícil de explicar: una certeza interna de que era hora de dejar de esconder mis secretos, porque a veces basta caminar por ciertos lugares, sentir el eco de otras almas, para escuchar la mía con más claridad.
Y fue justo ahí, en medio de algunos silencios, misterios antiguos, muros cargados de sabiduría… o las callecitas donde cada esquina parecía contar historias guardadas, que entendí que ya no podía seguir posponiendo esta conversación con mi verdad, esa que he escondido incluso de mí. Porque sí, hay cosas que vamos descubriendo con el tiempo, no porque no estuvieran ahí, sino porque dolía mirarlas, porque incomodaban, porque amenazaban la imagen que había construido de mí misma; porque eran tan verdaderas… que desnudarlas era como exponerse sin capa, sin escudo, sin maquillaje.
Y aquí estaba yo, pensando en muchos de esos secretos, que he cargado conmigo. Algunos pequeños, casi tímidos, otros enormes, ardientes, insistentes. Y aquí no me estoy refiriendo a secretos de esos que se esconden de los demás, me refiero a los que he escondido de mi misma: los que viven debajo de las certezas, los que duelen porque aún tienen algo que decir.
Durante años fui muchas cosas: ejecutiva, líder, madre, viuda, coach, compañera, amiga, eterna buscadora; pero hubo una Ivonne —una muy íntima— que seguía guardando partes de sí, partes intensas, partes frágiles, partes que no sabía si eran luz o sombra.
Y fue ahora, en este viaje, en uno de esos momentos de pausa, cuando ya he recorrido un largo trecho del camino de regreso a mí, que me atreví a preguntar(me) algo que cambió todo:
¿Qué es eso que aún no me he permitido mirar de frente?
¿Qué secreto me sigue vistiendo… aunque no lo haya nombrado?
Y desde ahí, entendí que unos de mis verdaderos maestros no solo han sido los libros, ni los títulos, ni los talleres y estudios que sigo teniendo hasta hoy. Han sido mis propios secretos, esos que me muestran que lo que vine a aprender… es exactamente lo que ahora vengo a enseñar.
Y por eso, hoy siento en lo profundo de mi corazón, la necesidad de abrir una nueva puerta, un nuevo umbral para compartir, con total honestidad y sin adornos, algunos de esos secretos que me han vestido hasta hoy.
Porque si algo he aprendido, a lo largo de estos años, es que cuando nombramos lo que nos da miedo mostrar, recuperamos nuestro poder.
Este artículo es entonces esta puerta de entrada y no la estoy escribiendo desde la certeza, sino desde la valentía, la misma que tal vez tú también estás necesitando para mirarte con otros ojos: no con juicio, sino con verdad.
Nos encontraremos en unos días con ese primer secreto que quiero dejar salir: Uno que tiene forma de fuego y que por mucho tiempo me ha dado miedo mostrar.
Por ahora, solo quiero dejarte con esta pregunta:
¿Qué parte de ti has escondido por miedo a que sea demasiado… tú?
Que tu respuesta te vista, te abrace, y te devuelva a casa.
Comentarios