Tan frágiles ... tan frágiles
- Ivonne Casado
- 27 dic 2014
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 23 abr
Cuando un rayo de sol nos muestra la magnitud de la creación, al mismo tiempo podemos sentir lo pequeños y frágiles que somos. Es en ese instante que recordamos que cada día es un regalo, uno que debemos aprovechar al máximo.

Hoy, mientras viajo con mis dos hijos, una de mis grandes amigas (hermana del corazón) y sus hijos hacia un encuentro especial con otra gran hermana que Dios me ha regalado a lo largo de la vida, no puedo evitar reflexionar. Es 27 de diciembre, y este vuelo de 10 horas deja mucho espacio para que la mente viaje y divague. Este encuentro, pienso, será una forma de cerrar un año que aún no logro definir con una sola palabra.
Si recurro a varias palabras, diría que ha sido un año de aprendizaje, de prueba y de transición. Me quedo con esta última porque refleja la importancia de todo lo vivido. Hoy, con el corazón agradecido, reconozco que cada día de este año ha tenido un propósito. Es tiempo de aprender de ello y avanzar, dando un paso hacia una nueva etapa donde pueda valorar cada "rayito de sol", su grandeza, y comprender que cada momento que vivimos es único. Depende de nosotros hacerlo valioso e inolvidable.
En este momento de balance, propio del fin de año y de la temporada navideña, me siento profundamente conectada con mis emociones.
Aprovechándome de mi naturaleza femenina, que me invita a expresar y expresar, no puedo evitar dar gracias:
Gracias por amar y por haber sido amada.
Gracias por la ausencia, que, aunque duele, nos enseña a valorar la presencia y a descubrir la fortaleza que no sabíamos que teníamos.
Gracias por las malas decisiones, que me han ayudado a aprender y a ser mejor.
Gracias por comprender que cuanto más damos, más recibimos.
Gracias por el amor de ser madre, el único amor que enseña lo que significa amar sin esperar nada a cambio, donde la felicidad y la sonrisa de tus hijos son tu máxima recompensa.
Comentarios