Despedida en voz alta
- Ivonne Casado
- 20 nov 2014
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 12 nov 2024
Nunca he sufrido de insomnio, pero hoy no puedo dormir…

Este blog fue creado con otro fin, hace ya 10 meses. Pero en medio de este insomnio, y después de varias semanas (más de 10, diría yo), siento que ha llegado la hora de romper el silencio y dejar salir las palabras que, día a día, se agolpan en mi boca y al final mueren en mi memoria.
¿Debería compartirlo? No lo sé.
¿Debería ser en una red social? No lo sé.
¿Debería tener un editor? No lo sé.
¿Sale desde el fondo de mis entrañas? Eso, eso sí puedo asegurarlo.
Hace unas semanas volví a ver “Comer, Rezar, Amar” y desde entonces he sentido la necesidad de decir adiós. Durante 6 meses exactos he guardado silencio, buscando entender mis emociones, esas que me llevan desde la sensación de amor más profundo hasta la rabia, soledad, tristeza, abandono, impotencia. Emociones que también terminan en fortaleza, coraje, valentía, pero sobre todo, en la profunda certeza de la fe y en que “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” y que, aunque yo no puedo, Cristo en mí sí.
Mi estado civil dice que soy “viuda”. Algunos piensan que no lo soy. Algunos me ven fuerte, otros me ven triste… Pero más allá de ser o no ser una viuda, hoy puedo decir que amé profundamente, y que soñé con tener este amor para toda la vida. Así lo prometí frente a Dios. Y aunque en mi fuerza humana un día dije adiós a ese amor, hoy siento que esa no era mi última palabra, y que cuando yo lo decidiera… Y es por esto que, así como hace más de 12 años Mario Gómez Valderrama, Notario, dijo que podíamos decir en voz alta lo que siempre nos dijimos en voz baja, y hace 6 meses y 3 días el Señor Jesús me dio la oportunidad de mirar frente a frente por última vez y decir en voz alta: “cuando nos volvamos a encontrar” (un momento de despedida que en ese momento no sabía que lo era), hoy quiero decir de nuevo en voz alta (y por esto de manera pública) y con todo el amor de Cristo en mí, que puedo decir adiós, ¡Y que necesito hacerlo!
Queda en mi vida el fruto más grande de este amor que Dios, en su sabiduría, permitió: dos hermosos hijos, mis motores de vida. Al mirarlos a los ojos, siempre tendré el mejor recuerdo de este amor profundo, al que hoy dejo volar como las grullas que un día significaron tanto y que, así como “A Love Before Time” y “Una rosa en el cielo”, estarán para siempre en el corazón y en el recuerdo que solo dos personas tendremos.
Gracias, Señor Jesús, por haberme permitido sentir este amor, este desamor, y aunque en el tiempo no fue siempre un amor pleno de felicidad, hoy puedo decir adiós, diciendo en voz alta que ¡AMÉ!
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