¿Dónde están los valientes?
- Ivonne Casado
- 5 abr 2015
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 23 abr
¿Es válido hablar de amor y desamor?
¿De esas veces que nos enamoramos y desenamoramos a lo largo de la vida?

Los tacones que representan mi voz en estos “Tacones, Pañales y Comités” me dan la autoridad para opinar y preguntarlo: ¿cuántas veces hemos apostado por el amor y cuántas veces nos hemos retirado del juego?
Hoy, gracias a una de mis grandes amigas, hermana de mi alma, llegué al artículo Sal con un valiente del blog El universo de lo sencillo (enlace aquí).
Desde que lo leí, no puedo dejar de pensar: ¿realmente existen esos valientes capaces de decir “mi apuesta eres tú”? ¿Es cierto que solo quien arriesga es capaz de amar? ¿Que allí donde encontremos un valiente, hallaremos un verdadero amante?
La idea da vueltas y vueltas en mi cabeza. Mis dedos quieren moverse solos por el teclado, impulsados por miles de emociones que pugnan por salir. Y entonces, mi mente empieza a recorrer rostros: mis abuelos, mi padre, tíos, hermanos, primos, amigos cercanos, conocidos, y, por supuesto, aquellos que han pasado por mi corazón dejando una huella. Quiero encontrar en ellos esa valentía, esos pequeños o grandes detalles que me lleven a decir: sí, sí hay valientes. Sí, hay verdaderos amantes.
En las últimas semanas, he conocido historias de desamor que jamás pensé escuchar. Historias que, sumadas a tantas historias de amor fallidas, a tantos besos que no se dieron y a otros que jamás debieron darse, a palabras no pronunciadas y a otras de las que nos arrepentimos, a ilusiones rotas, a corazones que amaron y pieles que ardieron, me hacen reafirmar algo que mi interior cree con fuerza: Dios nos creó para estar en pareja. Hay una persona idónea para cada uno de nosotros.
Y, por eso, para cada valiente que decide arriesgarse, hay otro valiente esperando. Un amor que, al encontrarse, nos haga sentir libres y completos.
En ese momento, aquel que cree haber encontrado el amor demasiado temprano y hoy siente que lo pierde, podrá descubrir si hay alguien dispuesto a arriesgarlo todo por él. Aquel que renunció al amor pensando que jamás encontraría quien lo amara, entenderá que cuando se arriesga de corazón, lo único que encuentra al final es a alguien más que también apuesta por lo mismo.
El que, siendo joven, piensa que ya no es tiempo para un amor valiente, entenderá que el amor no tiene edad, raza, credo, ni límites; ese otro valiente está ahí, esperando. El que sueña con un hogar, hijos y un proyecto de vida, pero lo ve lejano, sabrá que debe obedecer a su corazón y luchar.
El que teme arriesgarse porque siente una responsabilidad hacia quienes dependen de él, verá que cuanto más valiente sea en amar, más grande será el ejemplo que dará.
El que lleva una vida “exitosa” y una “buena familia” según los estándares sociales, pero en su interior sabe que nunca ha sentido lo que es amar de verdad, entenderá que vale la pena dejar el miedo atrás.
Y para aquellos que ya están al lado de ese valiente que es su amante, que dan gracias cada día por tenerlo, podrán seguir reafirmando su decisión de amar con libertad y espontaneidad.
Porque cuando hay valentía, hay más chimeneas ardiendo frente a los amantes, más copas de vino tinto que despiertan pasiones, más miradas cargadas de magia que hacen sentir único a cada uno, más emociones que trascienden en los hijos y los inspiran a ser valientes en el futuro.
Hay más risas de complicidad, más lágrimas que nos recuerdan lo frágiles que somos, pero también cómo nos fortalecemos cuando “uno puede perseguir a mil, pero dos pueden hacer correr a cien mil.”
Sí, necesitamos más valientes en este mundo.
.
Comentarios