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A mi niña interior

  • Foto del escritor: Ivonne Casado
    Ivonne Casado
  • 23 may 2024
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 10 abr



Creería que son casi 45 años los que me he demorado en darte tu voz. Quizás unos cuantos más, si tengo en cuenta desde que comencé a sentir que algo no iba bien en mí, cuando me sentía atrapada, aun cuando todo a mi alrededor parecía tan maravilloso.

 

Y hoy, me llena de alegría poder verte ahí, donde tanto nos gustaba estar: en ese gran estudio del abuelo, con la biblioteca que entonces nos parecía infinita. Cada fin de semana, corrías allí y te absorbían esos libros con historias increíbles del más allá, los mismos que leías, leíamos y releíamos, sin saber por qué.

 

También te veo, o mejor dicho, nos veo, en ese sofá frente a la ventana cada tarde, esperando con ansias ver pasar el tren. Siempre anhelábamos que pasara con pasajeros, que nos saludaran, que movieran sus manos hacia nosotras, tal como lo veíamos y leíamos en tantos cuentos infantiles. Cuántas tardes de espera, y siempre era un tren de carga el que pasaba. Pero aun así, jamás perdiste la esperanza, jamás perdimos la esperanza. Y hoy, cada vez que puedo, te cuento que sigo saludando a los trenes que veo pasar, y más de una vez he visto cómo esas manos me devuelven el saludo. Así que ese sueño también lo cumplimos.

 

Sí, hoy el corazón me estalla de emoción, porque al verte, o mejor dicho, al vernos ahí, puedo decirte que finalmente estoy dándonos nuestra voz. Esa voz que siempre estuvo lista para salir, para hablar de magia, de luz, de fuego, de ese brillo que podemos expandir con nuestras palabras, las mismas que hemos amado desde muy niñas. Y solo hasta ahora, por ti y por mí, hemos permitido dejarlas fluir y seguir juntas, tejiendo este camino de iluminar y brillar desde aquello que no se ve.   

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