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Una carta, un espejo, una vida entre líneas

  • Foto del escritor: Ivonne Casado
    Ivonne Casado
  • 4 ago
  • 3 Min. de lectura

La carta errante – Andrés Rivera Hernández

Letras que me visten


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“Reconstruí mi existencia a través de otros, y aquellos otros se convirtieron en mi propio espejo”,

dice Andrés Rivera finalizando La carta errante. Y no sé si hay una frase que represente mejor lo que este libro me regaló: un espejo sin marco, escrito con tinta viva y una voces ajenas que, de alguna manera, siempre terminan siendo propias.


Este libro llegó a mis manos con un sello especial: el de haber sido escrito por uno de mis mentores en el camino del coaching ontológico y reencontrarme con su voz, esta vez en forma de novela, fue como abrir una carta que llevaba años esperando ser leída, que de hecho, me conecta directamente con la obra.


Pero, además de atraparme su dedicatoria –no la del libro, sino donde firmó el ejemplar para mí–, describiéndome como una amante de las letras y que previamente había tenido la fortuna de leer una de sus otras novelas: Terra Nova (https://www.ivonnecasado.com/post/que-la-llama-nunca-se-apague); me encantó el despojo y la vulnerabilidad con el que La carta errante fue escrita.


Un texto sin máscaras. Hay duelo, amor, intuiciones que preceden a los hechos, espejos que devuelven imágenes borrosas o imposibles de reconocer. Una infancia llevada a terapia como quien lleva un mapa arrugado y busca entre los pliegues algún destino que le devuelva sentido.


Coincidimos en pasiones como la de Mafalda, por la literatura que educa el alma, por los personajes que marcan el cuerpo simbólico de quienes escribimos desde lo vivido y lo soñado.


Subrayé mucho. Porque lo que Andrés dice no solo lo narra, lo recuerda. Y recordar —en su etimología más sabia— es volver a pasar por el corazón.


📖 “Llevé a terapia mis recuerdos infantiles, así como mis sueños; en ocasiones eran nítidos y apuntaban a respuestas claras e inverosímiles, la mayoría de veces permanecían como enigmas.”

Esta frase, como muchas otras, me tocó profundamente. Porque sé lo que es vivir entre enigmas. Y también sé lo que es reconstruirse —como Andrés— desde la intuición, desde la muerte, que simboliza no sólo un hecho trágico, sino el nacimiento de una nueva consciencia.


La novela habla de amor, sí. Pero también de fragilidad, de coincidencias, de palabras que, como cartas errantes, llegan a su destinatario justo cuando deben llegar. No antes, ni después.


Y así llegó esta a mí


Conmigo se cumplió su anhelo más hondo:

“Sobre todas las cosas, anhelo que quienes lo lean revivan su propia historia.”

Porque eso hice. En cada página, en cada subrayado. Lo reviví todo: mis espejos, mis pérdidas, mis comienzos, mi propia carta errante.


¿Y tú?


¿Te atreves a leer un libro que puede devolverte un fragmento de ti?¿Hay alguna carta que aún no has escrito, o que aún estás esperando recibir?


📚 Este libro entra a "Letras que me visten" porque no solo lo leí, lo habité. Porque sus palabras no se quedaron en la mente: tocaron la memoria, el espejo y el cuerpo. Porque leerlo fue como probarme un vestido de letras que ya intuía mío, con costuras hechas de verdad, de imaginación y de ese fuego manso con el que se escriben las cartas que no buscan respuesta, sino resonancia. La carta errante me recordó que no todo lo que se escribe es ficción, así como no todo lo que se vive es visible. Y por eso, este libro también me viste..








 
 
 

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